Al volver crees que puedes con todo.

Tras una peregrinación corremos el riesgo de padecer “borrachera espiritual”, hemos andado el camino, nos hemos acercado a Dios, y ahora parece que podemos con todo. Pero nada más lejos de la realidad. Pasan los días y los torbellinos de este mundo empiezan a meterse en nuestras cabezas. Tenía pendiente este post desde hace semanas, esta es la gran prueba de lo que estoy diciendo. Le prometí a Dios que llevaría mi blog al día para que mis lectores le sacaran el máximo provecho, para que peregrinaran conmigo, pero volví de Medjugorje y en cuestión de días caí de nuevo en mi rutina de pereza, de dejar las cosas para mañana, de quitarle a Dios el primer lugar.

Nunca un hombre, por muy fuerte que se sienta, por muchas experiencias y peregrinaciones que haga, podrá solo con todo, ya que no fuimos creados así. El hombre fue creado para formar un cuerpo con los hermanos y para alimentarse de la fuente que emana el Amor de Dios, cuando olvida esto, o se cree que ya ha tenido suficiente Amor como para seguir con sus fuerzas, acaba cayendo, es lo que yo llamo “soberbia espiritual”.

Bajarse del burro.

Estos vaivenes no solo nos pasan a los peregrinos. Durante toda la vida sufrimos procesos en los que nuestra situación espiritual cambia. Este verano una amiga que perdió a su madre hace poco me decía “cuando mi madre faltó lo viví muy en paz, sentí a Dios cerca. Pero ahora Dios se está alejando. Ya se podría bajar del burro un poquito” a lo que yo respondí “¿bajarse otra vez? Pero si ya se bajó, y acabó clavado en una cruz”. Pero ese momento me sirvió para darme cuenta de que a lo largo de mi vida yo también me he sentido lejos de Dios y, al querer comprenderlo, he errado la perspectiva. Yo también le he reprochado a Dios el estar distante, el no llegarle a la gente, el poner distancia entre nosotros y Él… pero resulta que aquí los únicos que nos subimos a un burro y no nos bajamos somos nosotros ¿Y sabéis que? Resulta que los “burros” de este mundo muy raramente nos llevan a Dios.

El mundo que habitamos es un río con fuerte corriente que nos arrastra hacia la condena,  que nos aleja del manantial. Dios, sabedor de esto, quiso atarnos con cuerdas de ternura y lazos de Amor (Cf. Oseas 11, 4).

Tener cerca a Dios es un regalo, no una carga, es el yugo agradable que nos ayuda a arrastrar las carretas que durante nuestras vidas se van llenando inexorablemente de cargas pesadas. Algunos se asustan al escuchar esta propuesta, como le pasó al joven rico (Mt 19, 16-22), o a los discípulos del relato de Juan 6 (Jn 6, 60-66), SE ALEJARON DE JESÚS. No se dieron cuenta que las cruces inevitablemente llegarán, y nuestra elección es vivirlas solos o vivirlas de la mano del único que da sentido a la CRUZ, el único que a través de ella promete la salvación.

BÁJATE DEL BURRO QUE HIERRA EL CAMINO Y TOMA EL CAMINO DE LA CRUZ CON JESÚS.

 

El camino que nos acerca a Dios.

Ahora que sabemos cuál es la perspectiva correcta del movimiento – Dios es la roca (cf. Salmo 18) que nos espera, en la que podemos descansar, sobre la que podemos construir y nosotros los que nos alejamos de Él por los caminos de este mundo – busquemos la forma de manteneros al pie de esa fuente de Agua viva, o mejor aún, la forma de encontrar y andar el único camino que nos conduce a ella.

Una gran maestra de santidad nos dice: «Y el que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega. No me parece es otra cosa perder el camino sino dejar la oración». (Santa Teresa. Vida 19, 5). Errado el camino, cuando PARECE QUE DIOS SE ALEJA (por si alguno no se ha enterado, los que nos alejamos somos nosotros), lo que nos ayuda a volver a encontrarnos con Él no es otra cosa que la oración, volver la mirada a Dios.  En otro punto de su obra añade: «Toda la pretensión de quien comienza oración-y no se olvide que esto importa mucho-ha de ser trabajar y determinarse y disponerse, con cuantas diligencias pueda, a hacer su voluntad conforme a la de Dios (…). Quien más perfectamente tuviera esto, más recibirá del Señor, y más adelante estará en el camino». (Las Moradas 11, 8). De esta segunda cita aprendemos que no será tarea fácil mantenerse en la calzada, hay que trabajar para no perderse, y todo ése trabajo debe ir encaminado a encontrar la voluntad de Dios para nuestra vida y conformar la nuestra a élla. En la oración encontraremos la luz que alumbra en la dirección correcta en medio de la oscuridad y las tentaciones. Jesús recomienda: Estén prevenidos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.(Mateo 26, 41)

 

Orar desde la necesidad y la humildad.

A Dios le agrada sobre manera cuando nuestra oración nace desde la necesidad, de nuestras flaquezas y el dolor de sabernos pecadores, desde la humildad de mostrarnos siempre sedientos de su Amor. Y si a alguno le cuesta entender esto que no desfallezca porque no olvidemos que: El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; más el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios.(Romanos 8, 26).

La Oración Cristiana no es un sedante que nos evade del sufrimiento, si no que muchas veces surge desde el dolor. En un Video Fray Nelson dice  “La oración es el puente que une nuestro dolor con el Amor de Dios”. Esto lo refleja muy bien el salmista en la oración del Miserere:

Tenme piedad, oh Dios, según tu amor,

por tu inmensa ternura borra mi delito,

lávame a fondo de mi culpa, y de mi pecado purifícame.

Pues mi delito yo lo reconozco, mi pecado sin cesar está ante mí;(Salmo 51)

El dolor no nos debe echar atrás, sino animarnos a rezar con mayor fuerza en la necesidad. Este Salmo refleja también la continua necesidad de conversión que tiene cualquier creyente,

Mira que en culpa ya nací, pecador me concibió mi madre.

Mas tú amas la verdad en lo íntimo del ser, y en lo secreto me enseñas la sabiduría.

Rocíame con el hisopo, y seré limpio,

lávame, y quedaré más blanco que la nieve.(Salmo 51, 7-9)

LA ORACIÓN ES LA HERRAMIENTA MÁS EFICAZ DE CONVERSIÓN.

 

Elevando el vuelo.

El mensaje de Medjugorje del 25 de noviembre de 1988  nos invita a encontrarnos con Dios en la oración: «Queridos hijos, os invito a la oración para que en la oración tengáis un encuentro con Dios. Dios se os está ofreciendo y dando a Sí Mismo. Pero Él busca en vosotros una respuesta a Su llamada desde vuestra libertad. Por tanto, hijos míos, guardad un tiempo durante el día en el que poder orar en paz y humildad y encontraros con Dios el Creador. Yo estoy con vosotros e intercedo ante Dios por vosotros. Por lo tanto, velad para que cada encuentro en la oración sea un gozo por haber encontrado a Dios”.

 

Entendido que el camino que nos conduce a Dios pasa por la oración, aprendamos algunas cosas sobre cómo enfrentarnos a esta tarea. Pero estos consejos no te los voy a dar yo, escuchemos a varios maestros.

 

 

Nos dice otra gran Santa Teresa, esta vez la de Calcuta.

“Dios habla en el silencio del corazón, y entonces escuchamos,
Y luego hablamos a Dios desde la plenitud de nuestro corazón,

Primero escuchamos, luego Dios habla, y después nosotros hablamos y Dios escucha.Y esa conexión es la oración, es estar unido a Dios.

 El alma de la oración, el fruto de la oración, es profundizar la Fe; y el fruto de la Fe es el amor; y el fruto del amor es servir; y el fruto de servir es paz.

 Por eso tenemos que orar para tener un corazón limpio, y si tenemos un corazón limpio podemos ver a Dios, y si vemos a Dios, naturalmente empezamos a amarnos, eso significa, los unos a los otros, y luego damos nuestras manos para servir y nuestros corazones para amar.

Y este es el comienzo de la santidad”.

Qué importante es el SILENCIO Y APRENDER A ESCUCHAR.

Otro buen “Maestro”, en este caso un tal Jesús, dice:

Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.

No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.(Mateo 6, 5-8)

Siguiendo en ésta línea CAMBIAR LAS PALABRAS VANAS POR AMOR FECUNDO nos dice San Agustín:

“Lejos, pues, de nosotros la oración con vana palabrería; pero que no falte la oración prolongada, mientras persevere ferviente la atención. Hablar mucho en la oración es como tratar un asunto necesario y urgente con palabras superfluas. Orar, en cambio, prolongadamente es llamar con corazón perseverante y lleno de afecto a la puerta de aquel que nos escucha. Porque, con frecuencia, la finalidad de la oración se logra más con lágrimas y llantos que con palabras y expresiones verbales. Porque el Señor «recoge» nuestras «lágrimas en su odre y» a él «no se le ocultan nuestros gemidos,» pues todo lo creó por medio de aquel que es su Palabra, y no necesita las palabras humanas.”(San Agustín)

DECÁLOGO DE SAN AGUSTÍN PARA ORAR (artículo de Aleteia)

 

San Pedro de Alcántara enseña que:  “La oración prolongada es la madre de la oración elevada” A la hora de ponerte ante Dios NO ESCATIMES EN TIEMPO. Jesús nos lo muestra en Lucas 6, 12 : «Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración»

Mi querida Santa catalina de siena da un consejo breve, pero en mi opinión casi el más importante de todos:“ES EN EL VALLE DE LA HUMILDAD DONDE NACE LA PLANTA DE LA ORACIÓN.”

En los momentos mas duros, cuando parece que Dios no está o no te escucha, recuerda la confianza que muestra el salmista en el Salmo 28: “roca mía, no estés mudo ante mí; no sea yo, ante tu silencio, igual que los que bajan a la fosa. Oye la voz de mis plegarias, cuando grito hacia ti, cuando elevo mis manos, oh Yahveh, al santuario de tu santidad… ¡Bendito sea Yahveh, que ha oído la voz de mis plegarias!» Como enseña San Juan de la Cruz, EN LA NOCHE OSCURA Y EN EL SILENCIO DE DIOS, EL ALMA ALCANZA LA MÁXIMA PERFECCIÓN.

 

Para terminar, 10 Consejos prácticos para el camino:

Escuchando el programa de Radio María “Compendio del catecismo”, encontré este tesoro sobre la oración y no he podido evitar transcribirlos a modo de resumen de todo lo tratado.

  1. Comienza por saber escuchar, el Cielo emite Día y noche.
  2. No ores para que Dios realice tus planes, si no para que tu interpretes los planes de Dios.
  3. No olvides, la fuerza de tu debilidad es la oración.
  4. Pedir tiene su técnica, hazlo atento, humilde, confiado, insistente y unido a Cristo.
  5. ¿No sabes qué decirle a Dios? Háblale de vuestros mutuos intereses, muchas veces, y a solas.
  6. No conviertas tu oración en un monólogo, harías a Dios autor de tus pensamientos, y Él tiene los suyos.
  7. Cuando ores no seas engreído ni caigas en falsa humildad, con Dios no valen trucos, se tal cual eres.
  8. En cuanto a las distracciones involuntarias, no te preocupes más de la cuenta, Dios y el sol broncean con sólo ponerse delante.
  9. Si alguna vez piensas que cuando hablas a Dios Él no te responde, LEE LA BIBLIA.
  10. No te conformes con buscar ratos de oración, ten VIDA DE ORACIÓN

 

LA ORACIÓN CRISTIAN NACE DE LA CONFIANZA DE SABER “DE QUIÉN ME HE FIADO” (2 Tim 1, 12),  ES UN DIÁLOGO ÍNTIMO Y SINCERO CON UNA PERSONA, CON AQUÉL QUE ESTÁ ANDANDO EL CAMINO JUNTO A TI (cf. Lc 24, 13-36). APRENDAMOS DE LA MEJOR MAESTRA EN CONFIANZA Y HUMILDAD. MARÍA, ENSÉÑAME A ORAR, A HABLAR CON DIOS Y VIVIR PARA ÉL.