Cada día sale el sol

 

Es admirable ver cada día salir el sol, dar el primer paso y dirigirte hacia tu objetivo. El cansancio no puede con tu cuerpo, el agotamiento no puede con tu alma, tus piernas te encaminan hacia el primer hito visible, allí en el horizonte. Te duelen los pies y no lloras, tienes sed y no gritas, tienes hambre y no suplicas. Esperas el apoyo de una mano amiga o la palabra de aliento de un buen corazón que se cruce en tu camino, siempre llegan.

Puede que sientas que el día pasa lento pero no te adormiles, avanza seguro de tu ritmo. A lo mejor ves desaparecer el camino bajo tus pies pero no desesperes, fija tu objetivo en el horizonte y avanza seguro de tu rumbo. Si te cruzas con alguien desesperado que grita o que suplica no dudes en perder unos minutos, tiéndele tu mano amiga y susúrrale unas palabras de aliento, mañana puedes necesitarlas tu.

En ocasiones pensarás que tu objetivo es inalcanzable y tendrás la tentación de rebajarlo, pero tente, no lo hagas pues el esfuerzo, el trabajo, la paciencia y el Amor todo lo pueden. En estos casos que no te importe parar unos minutos o unas horas en la orilla del sendero y hacer balance de todo lo bueno que te ha aportado el camino hasta ese momento. Tampoco está de mas, durante estas paradas, soñar sobre cómo será tu próximo objetivo alcanzado, pues la ilusión no es si no una fuerza más que te empuja hacia esa meta, no la pierdas nunca.

El final del día se aproxima, haz balance. Desecha los malos pensamientos y guarda todo lo positivo en tu corazón, pues el día de mañana no empieza de cero ya que estaremos unos pasos mas cerca de nuestro objetivo, y con cada sol naciente tendremos un corazón diferente por lo aprendido la jornada anterior. Nunca olvides que cada día, de nuevo, sale el sol.

Lucas 1, 78-79