¿Nunca os ha pasado que algunas cosas que veíais negras con el paso del tiempo las veis con miles de colores? ¿O no os habéis planteado porqué algunas personas lo ven todo negro?

Pues, en Medjugorje me han dado la respuesta. Todo lo que vemos, lo que decimos, está tremendamente influenciado por lo que hay en nuestro corazón.

Los corazones del Gólgota.

En la catequesis de la mañana Fra Ante Vučković nos ha hecho mirar al Gólgota (Pasión según San Lucas) y cómo los corazones de todos los que había alrededor de Jesús, influyeron en la visión de la Cruz y en sus reacciones ante ella. Los Magistrados, muertos de envidia, se burlaban del Mesías. Los romanos, desde la ignorancia de la tradición, se burlaban del que se decía rey. Pilatos, con su amor por el poder e incapacidad para enfrentarse a los judios, usa la ironía con ese cartel, INRI, que nada gustó a los judíos poderosos pero que a Pilatos le sirvió para lavar su conciencia. Vayamos ahora al pueblo, que se daba golpes en el pecho porque en sus corazones sabían que se estaba cometiendo una injusticia pero no se atrevieron ni podían hacer nada. Las mujeres y el discípulo Amado rebosaban Amor, estos son nuestro ejemplo. Pero quiero centrarme en el mayor contraste, los corazones del malo y del buen ladrón. El primero lleno de culpa, incapaz de arrepentirse del delito cometido, de aceptarse a sí mismo y por lo tanto de aceptar la injusticia cometida contra el que pasa la misma cruz que él sin causa justificada. En cambio, nuestro querido San Dimas, fue capaz de arrepentirse, aceptar su culpa y mirar a Jesús con ese corazón nuevo. Así, Antes de su muerte, tuvo la Gracia de poder decirle a Jesús cara a cara que se acordara de él y Pudo escuchar de la boca del mismo Jesús la promesa de su salvación.

El mismo evangelio leído en la misa de hoy, 3 de agosto,  habla de cómo en la sinagoga en su tierra fueron incapaces de aceptarle, simplemente por los prejuicios encapsulados en sus corazones, causados por el conocimiento del origen humilde de ese que llamaban Maestro.

Purifica tu corazón y verás a Dios.

Esto no es una falsa promesa, nos lo dice Jesús en las Bienaventuranzas (Mt 5,8). Nuestro mundo nos bombardea con las ideas de «no tienes suficiente», «tienes que ser el más…», estos pensamientos llevan a envidias, orgullo, falta de aceptación, prejuicios. Todo esto habita en nuestros corazones y poco a poco los va pudriendo, nos convierte en magistrados, en soldados romanos, en Pilatos o peor aún, en mal ladrón.

Te animo pues a purificar tu corazón envejecido, que se haga nuevo para poder albergar el Vino Nuevo que Dios nos ofrece. (Mt 9, 16-17)

El arma purificadora.

Tras esta reflexión quiero volver a los mensajes de Medjugorje. María nos invita a purificar nuestro interior en los sacramentos (confesión, Eucaristía) pero además, una de las «piedrecitas» que nos regala en sus mensajes es la herramienta por excelencia para la Purificación, EL AYUNO.

El ayuno no es una mortificación gratuita que hacen los más CRISTOFRIKIS. Todos en la iglesia estamos llamados a hacerlo de una forma u otra, de la misma forma que todos estamos llamados a la oración. Pero no os asustéis, al igual que la oración también hay muchas formas de afrontarlo. Se trata de librarnos de aquello que nos ata, lo que nos sacia temporalmente para facilitar la búsqueda de lo que nos libera y nos llena eternamente.

María nos invita a ayunar con el corazón. A esto se refería Jesús con su «Misericordia quiero y no sacrificios» a que el sacrificio no debe ser por un aparentar o un cumplir rutinario, debe estar impregnado de Amor (Misericordia) y llevarnos a aumentar nuestra cercanía con Dios y con los demás.

El ayuno es incluir nuestra faceta corporal en la oración. Es convertir el cuerpo de fuente de pecado a fuente de santidad. El ayuno y la oración combinados son los medios más eficaces para disponer el corazón en Paz y Libertad, para restaurar nuestros corazones.

Purifica y renueva el odre de tu corazón con sacramentos, ayuno y oración para, recibiendo el Vino Nuevo de Cristo y pasar de mal a buen ladrón. Así serás bienaventurado porque verás a Dios.

P.D.: os voy a ser muy sincera, esto del ayuno os lo cuento desde la teoría, porque practica todavía no he sido capaz