Adoración al Santísimo.

Son las ocho y media de la tarde, la Iglesia está en Penumbras y el incienso flota en el aire. La música, densa, te acaricia y reconforta, entrelazada con palabras que suenan como si te las dijeran al oído, sólo a ti. Los hermanos estamos arrodillados con los ojos cerrados o fijos en un punto. En el Altar hay un SOL, está la Luz del mundo, el pan de Vida, CRISTO VIVO. Él está aquí, con nosotros, disfrutando también de este momento de amistad e intimidad.

Si  alguna vez habéis estado en una Adoración seguramente os habréis sentido genial, relajados, en paz. Si todo ha ido muy bien hasta puede que os hayáis sentido cerca de Dios Vivo, presente en la custodia. Esa música, esas palabras, parece que salen de la nada, que flotan en el ambiente para hacerlo único. A mi me encanta cuando el relato se presenta como si saliera de boca del mismo Jesús, sus palabras, directas a tu corazón. Y la música… en mi opinión lo más importante, una vez ha empezado, no debe dejar de sonar nunca (Aunque hay gente que piensa que si, esta es mi opinión). La música te mece, te arrulla, te calma, te anima … en cada momento de la adoración se necesita una música concreta. Como cuando sales de copas con tus amigos, la música que quieres escuchar al principio mientras tomas la primera, no tiene nada que ver con la que te apetece escuchar cuando llevas un par, o con la música que te pones en el coche para volver a casa.

¿Porqué os cuento todo esto? Como he dicho antes, las palabras y la música parece que flotan en el aire, que salen de una fuente más allá. Pero amigos, siento decepcionaros, somos gente de carne y hueso las que leemos esos textos y le damos al play en el reproductor (o tocamos los instrumentos y cantamos). Además, el que sea un trabajo para glorificar a Dios no lo hace mágicamente fácil.

Algo que me cuesta mucho.

Este lunes me tocó preparar una adoración en mi parroquia. Algunos pensaréis que es una suerte, pero cuando empecé a darme cuenta de que me tocaría y que no tendría ayuda, me pareció todo lo contrario. Me asusté, no me veía capaz, me conozco y se lo nerviosa que me pongo cuando tengo que hacer cosas delante de mucha gente, cuando mucha gente está pendiente de mi ¡Sé cuánto ME CUESTA!. Tuve la tentación de escurrir el bulto, de decirle al párroco que se encargara otro, y poder así asistir a ese momento santo desde la tranquilidad del banco, al fin y al cabo no era mi obligación.

Pero en ese momento me di cuenta de algo ¿porqué por mis limitaciones, por mis miedos, por mi vergüenza, me niego a mi misma la inmensa suerte de poder preparar un ENCUENTRO CON DIOS para mis hermanos? Así que decidí tirarme a la piscina, superar esas tonterías que hacen que algo tan simple ME CUESTE tanto. Me propuse tomarlo como parte de la preparación de la peregrinación a Medjugorje. Ofrecí el esfuerzo por los frutos que el viaje pueda dar y porque todo vaya lo mas sobre ruedas posible (que el patas se meta lo mínimo, porque se que algo se meterá como siempre hace).

Empecé a buscar música, pero todas las canciones eran preciosas, no podía elegir. Pensé que seleccionado el texto éste me llevaría a las canciones. Así que seguí por el texto, pero no era capaz de visualizarme leyéndolo (por mi vergüenza y mis miedos) y no podía decidir cuál sería el más adecuado para la ocasión.  Le di muchísimas vueltas, para finalmente decidirme por la primera recomendación que me había hecho el párroco: una Adoración Eucarística de Juan Pablo II. Tenía una reflexión sobre la oración de Jesús en el Getsemaní que me llegó al corazón. Eso estaba haciendo yo, deseando que el cáliz pasara de mí, pero aceptándolo para gloria de Dios, el bien de las almas de la parroquia y por mi Santificación, justo como hizo Jesús (puf!). Finalmente, lo que mas ME CUESTA, las peticiones. Se supone que tienen que salir del corazón, el coger tres peticiones prefabricadas y leerlas de carrerilla no enriquece mucho una adoración. Las escribí una vez, y otra, y otra, y otra…. y otra, no me gustaba ninguna para leerlas delante de la parroquia (una vez más mi inseguridad me bloqueaba).

Llegó el Lunes. Había trabajado mucho en la preparación y había rezado mucho para ser capaz de llevar a mis hermanos a esa intimidad con Dios que tanto me gusta experimentar a mi. Pero no me sentía nada segura, aún así estaba decidida, confiaba en Dios. Y se obró el milagro. A medio día me llamó una conocida que suele preparar muchas adoraciones y me dijo que venía a ayudar. Me dijo que traía un texto. Cuando nos reunimos en la parroquia leí el texto. Era precioso, de Santa Teresa de Calcuta, sobre la Eucaristía como regalo de Amor. Y sin pensarlo dos veces, sabiendo que Dios estaba ayudándonos para hacer ese momento único reescribí las peticiones.

Finalmente fue todo como la seda, el texto elegido por ella encajó perfectamente entre las canciones, y las canciones elegidas por mi quedaron perfectas con el texto elegido. Las peticiones también fueron muy especiales, tanto que hasta tuvimos una en eslovaco. Por si alguno lo ha pensado, no, es que el Espíritu Santo me mandara el don de lenguas, tenemos un diácono de Eslovaquia pasando un mes en la parroquia y se le ocurrió esta idea tan genial. Así que efectivamente, fue una adoración especial, un momento único. MISIÓN CUMPLIDA gracias a DIOS.

AMA AL QUE TE CUESTA AMAR.

Porque amar al que nos lo pone fácil ¿Qué mérito tiene? más recompensa dará en el Cielo el haber amado al que te lo puso más difícil. Este ejemplo, puesto por el mismo Jesús, es sólo un ejemplo más de mi propuesta de hoy. Hacer cosas que TE CUESTAN pero que pueden beneficiar a tu  entorno, y además esforzarte mucho por hacerlas bien, te hará sentirte una persona diferente, nueva, mejor. No es palabrería. Lo digo por experiencia porque así me sentía yo el lunes después de la adoración, cuando decidí que escribiría sobre esto.

Cuando te des cuenta de que algo que debes hacer, por el bien de tu entorno o para Gloria de Dios, TE CUESTA (a todos nos pasa con algo):

  • Confía, porque Él «no elige a los capacitados, si no que capacita a los elegidos»
  • Se valiente, porque el cielo está lleno de valientes y el infierno de cobardes.
  • Pide ayuda, porque para eso Dios nos ha hecho hermanos.

Pero porqué esperar a que nos llegue una propuesta inesperada una vez al año. Te propongo yo algo ahora. Identifica tú esas cosas que TE CUESTA hacer por los demás, por Dios (llamar a alguien que sabes  le hará ilusión, Sonreir al que te cae más gordo en el trabajo, ir a misa algún día entre semana, rezar por alguien que lo necesita…), seguramente habrá varias. Elige una y durante un tiempo hazla periódicamente, esfuérzate, nota como cada vez te cuesta menos, pídele ayuda a Dios y algún hermano si fuera necesario.

Verás como esto da sus frutos, en ti y en los que te rodean. Porque no es otra cosa que seguir su ejemplo, cumplir el mensaje de Jesús, hacerle feliz, SÉ SU DISCÍPULO. Y con tu ejemplo llevarás su mensaje por todo el mundo.

Sé DISCÍPULO MISIONERO.

Y EN LA PRÓXIMA ADORACIÓN NOTARÁS CLARAMENTE CÓMO TE SONRÍE Y CÓMO TE DA LAS GRACIAS. SÍ, A TI.