Paseo matutino.

Amanecer en Medjugorje, pasear por las calles llenas de peregrinos exultantes de Alegría, charlar con una dependienta y prometer que rezaréis la una por la otra y acabar asaltando a un sacerdote para pedirle que te confiese haciéndolo este de muy buena gana, NO TIENE PRECIO. Así ha empezado mi segundo día en Medjugorje.

Cómo no podía ser de otra forma he tenido una confesión preciosa. Dios me ha hecho entender que mi gran falta es la falta de confianza en Él, queriendo adaptar sus tiempos a los míos. El sacerdote me ha dicho algo que, de hecho, un amigo ya  me dijo hace dos días: «RELÁJATE, PON A DIOS EN TU CORAZÓN Y EL RESTO LLEGARÁ RODADO.» (Después, en la homilia de la misa vespertina, han vuelto a repetirlo citando a Mato 6, 33,¿casualidad?)

El castillo lleno de hombres con súper poderes.

Después de comer hemos ido al castillo de Patrick y Nancy, a escuchar su testimonio. Era la segunda vez que lo escuchaba, pero algo que ha dicho ha llamado poderosamente mi atención. Patrick ha hablado de la Quinta Piedrecita del mensaje de María en Medjugorje, LA CONFESIÓN, Sacramento clave para la Salvación del alma. Nos ha contado cómo descubrió el SÚPER PODER QUE TIENEN LOS SACERDOTES, Un gran tesoro, la capacidad para absolver tus pecados. Algo que ni los Ángeles De Dios pueden hacer.

Y hoy, teniendo la confesión tan presente, resulta que celebramos la fiesta del patrón de los confesores: SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO.

Si a alguno os mueve la curiosidad sobre lo que decía San Alfonso referente a la confesión, os dejo un enlace: PARA CONFESARSE BIEN.

Tarde para disfrutar del tesoro encontrado.

La tarde ha sido completa, rosario, misa y adoración. En la misa se han presentado los 72 países que cuentan con representantes en el festival. Impresionante ver cómo Dios llama en los lugares más remotos e inesperados. Dios quiere hombres y mujeres capaces de lanzarse a la conquista de su Reino, con la Espada de la Palabra y el escudo del Espíritu Santo, sin importar la nacionalidad.

La primera lectura de la misa (Jeremías 15, 10. 16-21) ha hablado del dolor del Profeta por su herida y el vacío que siente. Ese vacío no es otro que el haber perdido de vista el Reino. Dios propone una solución: VUELVE A MÍ. Trabaja, trabaja tu corazón, trabaja para los demás, y en medio de ese trabajo, como le pasó al labrador que encontró el tesoro en el campo (Mateo 13, 44-46) Dios saldrá a tu encuentro.

La tarde terminó con la exposición del santísimo Sacramento, por si alguno todavía no termina de enterarse que Dios siempre nos espera, que no se cansa jamás de plantarse frente a nosotros con los brazos extendidos esperando que vuelva hasta el último hijo para llevarlo a la plenitud y llenar el vacío que mencionaba el Profeta. Ese vacío muchos lo sentimos ante las cosas de este mundo centrado en el disfrute y el divertimento. Y como dice Maria en sus mensajes de Medjugorje, el camino para desenterrar este tesoro que es la pertenencia plena a Cristo, la vivencia del Reino, la Salvación, pasa sin duda por disfrutar del Sacramento de la confesión.

Ánimo, a por el tesoro, quien busca, halla.