¿Y SI LO TENGO?
Llevo varios días haciéndome esta pregunta ¿tendré el coronavirus? ¿estaré infectada también? no tengo tos, no tengo fiebre, pero de vez en cuando me entra un dolor de pecho un poco molesto.
Como os podréis imaginar para nada se trata de eso, si no de otro mal muy extendido estos días, que se llama ansiedad por exceso de información, o simplemente estrés. Cuando uno empieza a meter muchos datos en su cabecita, cuando ocurren muchas cosas nuevas, todo eso se acumula en nosotros y acaba haciendo presión en la zona donde el hombre tiene el centro, en el corazón. Como exclamaba JOB cuanto tuvo que sentir algo parecido «Por dentro me hierven las entrañas, y no puedo descansar; me vienen al encuentro días de aflicción.» (Job 30-27)
Estoy segura que no soy la única que se está saturando estos días, así que voy a contaros la medicina que he encontrado y que me ha curado esta enfermedad.
EJERCICIOS ESPIRITUALES DE CUARESTENA.
Entre tanta información, hace unos días me llegó un aviso del canal de youtube del Padre Siegrist que anunciaba que iba a empezar unos ejercicios espirituales ignacianos (os dejo el LINK por si alguno se anima). Llevo muchos años queriendo sacar tiempo para hacer unos ejercicios en plan serio, pero se me hacía imposible. Así que este aviso me pareció providencial y me lancé de cabeza.
Cuando acabó la segunda meditación fue cuando me di cuenta que algo había cambiado. Ya no sentía esa presión en el pecho. Y me puse a pensar sobre la charla que acababa de escuchar y a repasar lo que había apuntado en mi libreta. En ese momento mis ojos cayeron sobre esta palabra, INDIFERENCIA. El Padre sólo habla al final, pero yo había apuntado varias cosas. Como que las cosas de este mundo nos atan, tanto lo físico como lo afectivo, tanto lo placentero como lo que nos asusta. Y en esto último estaba yo, dejándo que el miedo a lo que está pasando me llevara a buscar y buscar información, pero ¿para qué?
Me senté, respiré ondó y releí la frase estrella de SAN IGNACIO DE LOYOLA sobre LA INDIFERENCIA:
«es menester hacernos indiferentes a todas las cosas creadas en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío y no le está prohibido. En tal manera no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza ni pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás solamente deseando y eligiendo, lo que más nos conduce para el fin que somos criados» (EE. 23)
Esta frase es parte del principio y fundamento de los Ejercicios espirituales, donde explica que el hombre fu creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios para mediante eso salvar su alma, y el resto de cosas han sido creadas para ayudarle a este fin, no para entorpecerlo. Así que si algo nos detiene o nos ata, como el miedo (o la información en exceso) nos ofrece esta solución, la SANTA INDIFERENCIA.
LA PILDORITA DE SCHOENSTATT.
Pero con la indiferencia a secas no llegó mi cura, la indiferencia por sí sola se queda en una mera evasión. La indiferencia debe ir acompañada, o nacer, de la CONFIANZA.
Cuando avanzaba la mañana me llegó un vídeo de las Hermanas de María de Pozuelo (las monjitas de Schoentatt) Donde leían lo siguiente: «Dejar que Dios elija por nosotros (osea, confiar en Él) nos infunde una actitud de despreocupación. Esa despreocupación debería reflejarse en nuestro cuerpo y alma. Por lo común estamos intranquilos y ansiosos a causa de las interferencias que hay en nuestro espíritu.» (DIOS PRESENTE, Padre José Kentenich).
Y con esto ya si, me he escrito las dos frases en un papel y durante el día, cuando han reaparecido los síntomas (dolor en el pecho) me he sentado y las he leído con calma.
Esta ha sido mi oración de hoy y la forma como después de varios días de afección la SANTA INDIFERENCIA y la CONFIANZA han sido el medicamento que me ha devuelto La Paz. Porque como también decía el Padre Kentenich :
«Aquí en la tierra no hay seguridad alguna que pueda serenarnos. Sólo hay un péndulo que oscila en el aire. La solución de todos los problemas reside en la vinculación íntima, sencilla y filial al Padre. Si no os hacéis como los niños, no podréis entrar en el reino de los cielos.» (Niños ante Dios)
2 thoughts on “INDIFERENCIA QUE CURA”