¿Para qué hizo Dios el verano?

Durante esta semana pasada he asistido a varios cierres de curso. Muchas actividades paran hasta septiembre, y no hablo de colegios o cursos, hablo de actividades de oración comunitaria, de evangelización, de preparación de eucaristía, de ministerios de música.

Y me pregunto yo ¿Dios hizo el verano para que nos tiráramos a la bartola? ¿Acaso En los Evangelios pone que Jesús dejó de predicar porque tenía que ir a echarse a la orilla del lago Tiberíades? Nada más lejos de la realidad.

Con esto no me vengo a referir que nos quedemos atados a nuestros lugares habituales de culto sin salir, sin relajarnos, sin cambiar de aires. Debemos aprovechar el momento del año en que salimos de la rutina, del quehacer diario, para convertirlo en parte del camino que nos lleva a Dios y no en camino que nos aleja de Él. Tened bien claro, aunque suene duro, que en el camino espiritual no hay lugar para el descanso, si dejamos de avanzar, si nos echamos en la linde del camino porque es verano y toca relajarse, ya estamos retrocediendo. Santa teresa nos advierte al inicio de su tercera morada: «siempre hemos de andar como los que tienen los enemigos a la puerta, que ni pueden dormir ni comer sin armas, y siempre con sobresalto si por alguna parte pueden desportillar esta fortaleza»

Jesús junto al mar.

Sí que se menciona el mar de Galilea en la Bilbia, seguro que Jesús se refrescó allí, pero permanecían allí en circunstancias muy diferentes a las que uno se imagina hoy estando a la orilla del mar en veranito.

Efectivamente en los evangelios se cuenta que Pedro se dio un par de chapuzones, pero no por placer, si no por acercarse más al Maestro. En uno de ellos Jesús se aproximaba andando sobre las aguas y le llamó (Mt 14, 30). El segundo chapuzón se lo da Pedro cuando Jesús resucitado le esperaba en la orilla (Jn 21, 7). De esto deducimos que también podemos encontrar a Jesús junto al mar, pero deberíamos plantearnos ¿nos acercan nuestros chapuzones a Jesús? ¿O en cambio nos alejan de Él?

Jesús, durante su vida pública hizo de todo en aquellas jornadas a orillas del lago. Allí hizo los mejores amigos, Pedro, Andrés, Santiago, Juan (Mt 4, 18 – 22). En Cafarnaún, poblado pesquero a orillas del lago de Galilea, predicaba en la Sinagoga, expulsaba demonios, curaba enfermos, rezaba en soledad con el Padre… (Mc 1, 29 – 39). Y como no, la gran predicación, el sermón de la montaña (Mt 5 – 7) fue también cuando andaba por esta región costera.

Iglesia que sale de viaje.

El momento del año en que salimos de viaje, es el momento perfecto para convertirnos en eso que el Papa llama Iglesia en salida allí donde estemos. La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. Sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos (EG 24) ¿cuál es la época del año que más lejos llegamos? ¿En la que pasamos por más cruces de camino? Durante el verano puedes llegarle a mucha gente a la que durante el curso no tienes oportunidad de ver, el anuncio es también para ellos. Durante el verano no se aprieta un botón de OFF de la FE, la gente con la que te cruzas (sólo en este momento del año) sigue teniendo Sed de Dios, aunque esté descansando.

No caigas en el error de irte de viaje para encerrarte en ti durante las vacaciones, sal de ti, busca a los demás que te necesitan y busca a Dios que te espera. La misión está en el corazón de la fe cristiana. De hecho, la Iglesia es misionera por naturaleza; si no lo fuera, no sería la Iglesia de Cristo (mensaje Papa Francisco Jornada Misionera 2017). ¿Somos iglesia de Cristo? Pues aprovechemos este verano para hacer misión en la playa, en el pueblo, con la familia, con los amigos … Jesús lo habría hecho.

Tareas en verano.

Decía San Francisco Javier (patrón de las misiones): Muchos cristianos se dejan de hacer, en estas partes, por no haber personas que en tan pías y santas cosas se ocupen.Muchas veces me mueven pensamientos de ir dando voces: «¡Cuántas ánimas dejan de ir a la gloria y van al infierno por la negligencia de ellos!»

San Francisco Javier se refería a los “listillos” de la Sorbona, pero es aplicable a la actitud “veraniega” que tenemos muchos cristianos, yo la primera, pero voy a intentar que este año sea diferente. Durante el verano, en la iglesia sigue habiendo muchas tareas que hacer, como preparar misas, animar con los cantos, preparar una adoración. Si lo hacemos durante al año, ¿por qué no nos ofrecemos a prepararla en nuestros destinos de descanso?

También disponemos de más tiempo ¿dedicamos parte de él, generosamente, a alguien que lo necesita? ¿O nos lo guardamos todo para poder descansar? No sólo me refiero a tareas hacia los demás ¿Dedicamos este tiempo extra a tareas que nos hagan crecer interiormente? Una buena lectura espiritual, oración personal, la eucaristía. Allí donde vayamos este verano, está Jesús con nosotros, no lo olvidemos. Él ha hecho morada en nosotros, nuestra alma es un castillo lleno de moradas preciosas que guardan sus secretos ¿porqué no dedicar este verano tiempo a conocer también alguna de ellas?

Resumen del itinerario espiritual de las moradas. 

No le demos la razón a San Francisco Javier, no dejemos que ni un alma se pierda (ni la nuestra ni la de otro) por una negligencia espiritual veraniega. Estad alerta, porque no sabéis ni el día ni la hora (Mt 25, 13)

La primera misionera.

Para inspirarnos en esta labor misionera volvamos a tomar ejemplo de la mejor profesora ¿quién fue la primera en llevar a Jesús por los caminos? Nuestra amada Madre, ella fue la primera en llevárselo cuando, tras la anunciación, emprendió el camino a la aldea de la montaña donde vivía Isabel. Ésta misión dio un gran fruto, que seguramente ni María se esperaba, hizo que Juan se llenara del espíritu de Dios y se convirtiera, según palabras del mismo Jesús, en el más grande nacido de mujer (Lc 7, 28) y fuera además “la Voz que clama en el desierto: preparad el camino al Señor” (Mt 3, 3). Tú misión este verano también puede dar un gran fruto, pero si dejas a Jesús aparcado, seguro que no lo hará.

La intimidad de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, y la comunión «esencialmente se configura como comunión misionera». Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo. (EG 23)

Nuestra Madre, desde la encarnación, llevó siempre a Jesús consigo, lo mismo debemos hacer todos aquellos que sentimos a Jesús dentro de nosotros, no separarnos nunca de Él. Si llegara el caso en que, por las distracciones que tanto abundan durante las vacaciones, notamos que nuestro camino va por un sitio y Jesús se ha quedado en otro (como le pasó a María cuando Jesús se quedó en el templo) volvamos corriendo a ÉL, sabemos de sobras donde encontrarlo.